lunes, 1 de octubre de 2007
Penélope es la elegida
viernes, 21 de septiembre de 2007
viernes, 14 de septiembre de 2007
Bono: El ángel de la muerte
Allen Ginsberg
William S. Burroughs
Frank Sinatra
Joey Ramone
Johhny Ramone
Joe Strummer
Carl Perkins
Ray Charles
Johnny Cash
Luciano Pavarotti
Lady Di
Juan Pablo II
David Wojnarowicz
Roy Lichtenstein
Balthus
Seguro que todos ustedes conocen a Bono, el líder de U2, ese chavalote que a base de esfuerzo y sacrificio se ha convertido en una de las estrellas más rutilantes del rock mundial. Pero Paul Hewson se ha hecho también famoso por ser el portavoz de los desamparados, por encabezar todo tipo de campañas benéficas y por erigirse como conciencia de nuestra sociedad occidental. Muchos consideran a Bono un santo, un ángel que ha bajado del cielo para arrancarse una pluma de sus alas, mojar su punta en su propia sangre y escribir al mundo no sólo algunas de las más bellas canciones de toda la historia, sino también los nuevos mandamientos que enseñan a la humanidad lo que es bueno y lo que no. Él es el faro que ilumina este planeta, la luz que nos guía en las tinieblas, el viento que sopla en las velas de nuestros buenos propósitos. …pues no, gañanes. Bono está lejos de ser San Bono: es el mismísimo ángel de la muerte, y lo vamos a demostrar.
Comienzan a caer estrellas
Hasta ese momento las víctimas bonisíacas habían sido familiares o personas anónimas y poco relevantes a nivel mediático, lo cual no satisfacía suficientemente el ego del muchachito dublinés, por lo que decidió atacar entonces a personajes célebres. El primero -que conozcamos- de esta lista es Roy Orbison. El muy iluso, en 1988 aceptó grabar el tema “She’s a Mistery To Me”, que Bono compuso para el futuro disco de la estrella estadounidense. El tema fue incluido en “Mistery Girl”, el álbum póstumo de Roy Orbison publicado en 1989.
Los biógrafos del más allá
Parece que a Bono tampoco le gustan las biografías y libros que escriben sobre él y su banda, así que se propuso acabar con la vida de cualquier plumilla que se cruzara en su camino. En 1990 Bill Graham publicó el libro “U2 – The Early Years” y en 1995 repetiría temática con “The Complete Guide to the Music of U2”; no le dio tiempo a repetir más. En 1996 muere por causas desconocidas (al menos para nosotros).Tampoco se libró Pimm Jal de la Parra, escritor nacido en Amsterdam y autor del libro “U2 Live: A Concert Documentary”, publicado en 1994 y reeditado con nuevos contenidos en 2003. El año anterior a esa reedición, y según fuentes oficiales, Pimm fallecía a las treinta y seis primaveras víctima de un cáncer.
El terror de los beatniks
Una vez iniciada su macabra carrera contra celebridades y escritores apenas conocidos, el ángel de la muerte se obsesionó con los escritores famosos, especialmente con aquellos que guardaban alguna relación con el rock. Y qué mejor objetivo que la generación beat. Con Kerouac en el camino, para su desgracia, la primera víctima del siniestro irlandés fue Charles Bukowski (sí, ya sé, dirán que Bukowski no era un beatnik puro y duro, pero hagan el favor de no joderme la línea argumental). En julio de 1993 U2 lanzó al mercado su álbum “Zooropa”, en el que se incluía el tema “Dirty Day”, dedicado a Bukowski. El autor de “Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones” (entre otras obras), que había soportado una vida intensa y los estragos del alcohol, los excesos y algún que otro defecto, fue sin embargo incapaz de superar la dedicatoria de Bono y las diñó (leucemia, lo llamaron) el 9 de marzo de 1994.
Como ya sabían los ex compañeros de Letizia, el ego – como la lujuria- es algo insaciable. Paul Hewson necesitaba más sangre, y qué mejor que apaciguar su sed con los cadáveres de algunos de sus compañeros de profesión más carismáticos. Con el fiambre de Roy Orbison a sus espaldas, John Lennon asesinado por el hermano blanco de Tracey Chapman y Elvis fuera de cobertura tomando daikiris con Josef Mengele en algún lugar del Caribe, el mejor candidato para retomar la faceta de asesino de artistas era Frank Sinatra. En 1993 “La Voz” o “El Tabique” se dedicó a grabar un álbum de duetos al que puso el nombre de “Duets” (sí, se partió el cerebro pensando el título). En principio, Frank no compartía estudio de grabación con ninguno de sus invitados: éstos grababan su parte en un estudio, él en otro y luego la técnica y los técnicos hacían el resto para ensamblar los temas. Pero hizo una excepción: Bono. Tal vez le pudieron sus orígenes irlandeses, pero el bueno de Frank terminó grabando junto a él el tema de Cole Porter “I’ve Got You Under My Skin”. Bono le regaló una botella de whisky irlandés de doce años (o quince, qué más da) que había comprado en el Carrefour de la esquina, pero no surtió efecto, así que volvió a utilizar la más mortífera de sus armas: su polla, no, malpensados, la dedicatoria. En diciembre de 1997 salía a la venta el single “If God Will Send His Angels”, en cuya cara b aparecía el tema “Two Shots of Happy, One Shot of Sad”, escrita originalmente para Frank Sinatra. Cinco meses después La Voz se apagaba.
El 15 de abril de 2001, Joey Ramone, a punto de cumplir cincuenta años, descansaba plácidamente en su habitación del Presbiterian Hospital de Nueva York, cuando una mano misteriosa sintonizó en su radio de pilas alcalinas el tema “In A Little While” de U2: Joey moría en el preciso instante en el que Bono está a punto de ahogarse al hacer su segundo falsete. Después de diñarlas Joey, Dee Dee Ramone hizo lo propio, y Johnny Ramone propuso hacer un disco de homenaje llamado "We're a Happy Family: A Tribute To Ramones". En él U2 aparecieron versionando "Beat On The Brat". El disco salió a la venta en febrero de 2003, quince meses antes de que Johnny Ramone muriera por un cáncer de próstata.
Podría parecer casualidad que uno de los ídolos de la juventud de Bono muriera en aquel año por un linfoma (dijeron) si no fuera porque poco más de quince meses después las diñara otro de los referentes de juventud de nuestro siniestro protagonista, también a los 50 años y sólo pocas semanas más tarde de haber firmado un tema con él. Sí: Joe Strummer escribió junto a Bono y Dave Stewart (Eurythmics acojonado desde entonces) el tema “48.864”, que estaba dedicado a Nelson Mandela (no menos acojonado desde entonces). El tema en cuestión se iba a estrenar en Ciudad del Cabo a comienzos de 2003, pero el que fuera líder de The Clash se quedó con las ganas: murió a finales de 2002 en su casa de Broomfield por un fallo cardiaco producido por una malformación congénita no diagnosticada. ¿Les suena?
Pero no queda ahí la lista de apestados por el gafe de Bono: En 1996 se publicaba un homenaje a Carl Perkins llamado “A Tribute To Carl Perkins: Go Cat Go”. En él, Perkins interpretaba junto a Willy Nelson, Tom Petty, Johnny Cash y Bono su tema “Give me back my job”. Por valiente, al bueno de Carl le diagnosticaron un cáncer de garganta que acabaría con su vida el 19 de enero de 1998.
Ray Charles le aguantó algo más. Grabó junto a su primo Stevie Wonder y el implacable asesino el tema “Let The Good Times Roll”, incluído en el álbum “Jook Joint” de Quincy Jones.
Un cáncer se llevó a Ray Charles en mayo de 2004. También aguantó bastante Johnny Cash, que tuvo los huevos cuadrados (y negros) atreviéndose a colaborar con Bono en varias ocasiones: en el ya citado tributo a Carl Perkins y tres años antes grabando con su garganta profunda “The Wanderer”, canción que cerraba el álbum “Zooropa”. En 1997 la salud del hombre de negro se fue deteriorando notablemente, hasta que al final la muerte se lo llevó para siempre en septiembre de 2003.
El último en caer fue Luciano Pavarotti; el italiano compartió escenario varias veces con Bono en el festival benéfico que organizaba en Módena, su ciudad natal. Pavarotti llegó incluso a poner su voz en el tema “Miss Sarajevo” que aparecía en el álbum “Original Soundtracks 1”, del proyecto Passengers. Aunque la primera colaboración entre ambos fue la adaptación al inglés del tema “Miserere” por parte de Bono. Fue el comienzo de una relación que acabaría quince años después con la muerte del tenor italiano a causa de un cáncer.
Columnas más altas han caído
Citábamos anteriormente el festival benéfico (Pavarotti & Friends) que el orondo Luciano organizaba en Módena. La primera vez que Bono asistió a él, Lady Di estaba como invitada de excepción, como también lo estaba en 1985 en el estadio de Wembley con motivo del festival Live Aid. La Princesa del Pueblo también sucumbió al místico encanto de Bono, al besar fervorosamente una de las columnas del túnel del alma de París. Era el 31 de agosto de 1997, sólo seis días antes de que la gira Pop Mart de U2 aterrizara en la capital francesa. Algunos testigos afirmaron ver aquella noche un Fiat Uno blanco conducido por un individuo con grandes gafas de sol.
Esto sí que es arte
No sólo la música y la literatura se han visto afectadas por los estragos de Bonito, también la pintura ha tenido bajas entre sus filas. Y es que el chaval,antes de ser cantante, hacía dibujitos en clase de matemáticas de nancys, madelmans y falos erectos, y desde entonces tiene celillos de quienes le hacen sombra con los pinceles. La primera baja en este sector fue David Wojnarowicz. Una de las obras del polifacético artista neoyorkino fue utilizada por U2 como portada del single “One” y también como videoclip promocional del mismo. “One” se editó en febrero de 1992: David Wojnarowicz olió las flores mientras pudo hasta el 22 de julio del mismo año.
Luego le llegaría el turno a Roy Lichtenstein, de quien fueron animadas algunas de sus obras para ser utilizadas en la enorme pantalla que U2 llevaba en su gira Pop Mart. Ésta se inició el 25 de abril de 1997, cinco meses y cuatro días antes de que Roy dejara este mundo de puntos y colores.
El pequeño Bono también arrimó su mortal hocico a Balthazar Klossowski de Rola, más conocido como Balthus. Cuando fue a conocerle por primera vez, Bono le regaló una botella de güisqui, como hizo con Sinatra. Al igual que “El Tabique”, el venerable anciano franco-polaco aguantó todo lo que pudo hasta que finalmente dejó en 2001 una herencia a su japo-mujer que para sí quisiera Yoko…o no. Para que nadie sospechara de él, Bono acudió a su funeral para cantar “Agua, azucarillos y aguardiente” o algo similar.
Así que ya lo saben, amigos y amigas, si algún día llaman a su puerta y es Bono pidiéndole que colabore con él, diga NO. Si dice que sí, ya sabe que sus posibilidades de morir en poco tiempo se multiplicarán vertiginosamente por uno, dos, tres... o catorce.